lunes, 22 de febrero de 2010

"Dial H-I-S-T-O-R-Y" de Johan Grimonprez (1997)






Grimonprez reproduce en su película, para el espectador, el estado de paranoia y el miedo que somete a la sociedad posmoderna. Imágenes de archivo, de cámara de seguridad en la que se ve una maleta solitaria al ritmo de jazz, irrumpidas por un escandalozo sonido de explosión y una animación de una explosión. También evidencía la banalización de las imágenes de catástrofes aéreas en los medios masivos de comunicación occidentales: música boogie en contraposición con tomas de aviones explotando. De eso trata Dial H-I-S-T-O-R-Y: de cómo los estados que juran guerras contra el terrorismo son los principales propulsores del terrorismo, del círculo vicioso entre medios de comunicación y eventos escandalosos a costa de vidas humanas. De cómo la televisión, el zappeo y la hegemonía de los medios norteamericanos no dan espacio a que ciertas voces se oigan... y entonces BOOM. Sólo así seré escuchado. "Mátate y tal vez te noten." Aunque sea por un momento, porque después viene el comercial, en ese montaje tan desconsiderado que marca la agenda televisiva.

La historia, según Grimonprez, se hace en el siglo XX-XXI, minuto a minuto. "Los hombres gritan para que se les recuerde uno o dos segundos" y mientras tanto, la forma en la que se retrata un evento terrorista va cambiando de acuerdo al rating. Cámaras violentas, que tiemblan, se empolvan y se salpican de sangre vs. los primitivos planos generales de figuras diminutas a lado de aviones. Grimonprez habla de terroristas y de presidentes de los Estados Unidos en la misma oración. La ironía es su principal herramienta en una película ácida que evidencía la maquinaria detrás del terrorismo.

Veladamente, Grimonprez le hace una invitación al espectador que es también, el espectador televisivo. Nosotros somos los que tienen la opción de zappear, de apagar la televisión, de aplaudir, de quejarnos y sobre todo, de adoptar posturas racionales con respecto a los eventos mundiales que el sistema de consumo nos hace clasificar por el estómago. En la historia minuto-a-minuto, no hay malos ni buenos, sino causas y consecuencias: tal vez en nuestro poder como espectadores esté la fuerza motora de un cambio, pero primero hay que despertar.

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