sábado, 29 de mayo de 2010

"Juvenile Court" de Frederick Wiseman (1973)


Las instituciones como metáforas del estado de un país son abrumadoras en el sentido de que funcionan al interior (ajenas de los ojos de organismos internacionales, por ejemplo), para la población que muchas veces no puede siquiera quejarse. Entrar a una de éstas, con equipo de cine en mano, presenta un reto avallasador en el sentido de que la cámara impacta, intimida, cataliza cambios en la forma de actuar de la gente al interior de la misma. Todos quieren salir bien retratados, ellos son los buenos de la película. Para captar las nimiedades, que por lo general son las grietas de donde la institución exhala su corrupción, ineptitud o ineficacia hay que tener paciencia. Mientras tanto, lo que Wiseman hace, es una labor de montaje dentro de cuadro, en la que éste resulta su principal aliado. El montaje es Wiseman. El orden de sus secuencias va progresivamente creando una sensación de incomodidad en el espectador por acumulación. Su estilo prescinde de narrativa, más bien crea espacios, encierra.



Has it become easier over the years to trust your instincts when filming, or to resist the impulse to impose or look for a narrative while you’re shooting?

I’ve never had a problem with that. It’s always been the same because it’s always been my approach, because it’s more interesting, for me, to find the story in the edit, because that means I’m put in the position of having to think through what the experience of being at the place meant to me and how I can represent that experience in film terms. And I like to think I’ve learnt something about how to do that over time.

(http://www.littlewhitelies.co.uk/interviews/frederick-wiseman/)


Wiseman retrata el fatalismo que se respira en la institución. No parece tener el objetivo de rehabilitar a los jóvenes, es más, los burócratas que la conforman se adelantan en pronosticar los siguientes pasos a tomar cuando éste o aquél caso no funcionen (como en el caso de una niña a la que colocarán con unos padres adoptivos, pensando que después lo que seguiría es un reformatorio). Hay intentos de actuar de forma humana, como alguna de las mujeres encargadas, que habla con paciencia a los niños, pero se ven rebasadas por la cantidad de casos que reciben al día, que ya no los conmueven.

Un caso particular es el juicio que se lleva a cabo hacia un joven al que una madre acusa de haber abusado de su hija mientras él la cuidaba. El juez encuentra inconsistencias en la declaración de la mujer y busca la inocencia del chico. Wiseman compara en pantalla las declaraciones, mostrándonos momentos en los que el chico está sólo con el juez y podemos creerle. Después coloca a la mujer declarando, con un cierto aire extraño en su forma de hablar y estamos contemplamos la posibilidad de que es posible que ella mienta. Después, observamos al juez hablar con ciertos asesores y estamos convencidos en la inocencia del chico.

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